Como les había dicho, en las últimas elecciones me presenté como fiscal voluntario (por supuesto ad-honorem) para verificar el normal desempeño de las mismas.
Luego de hacer un crudo análisis, ver interminables filas de personas que querían emitir su voto, conocer un sinnúmero de fiscales (en su mayoría del partido oficialista), de escuchar a muchos hablar de fraudes y de votos pagos/no pagos, la increíble cantidad de micros y/o combis, identificadas con los colores de algún partido político (huelga decir que nuevamente la mayoría corría por parte del mismo partido), y de incontables situaciones más, intenté simplemente imaginar cómo sería posible la incorporación del voto electrónico en nuestro país.
Imaginé como positivo, como en algunos países hermanos de Latinoamérica, un día de elecciones casi perfecto, sin violencia (ni entre particulares, ni entre policías, ni entre fiscales partidarios de distintos partidos, ni entre fiscales partidarios del mismo partido), con un ejercicio eficiente de apertura de urnas electrónicas, con grandes ventajas para los presidentes de mesa que no tendrían que lidiar con los fiscales, con las denuncias de fraude, de falta de boletas, de ex votantes (muertos) que no votarían, se acabaría pues la interminable procesión de personas que son arrastradas a votar por diez pesos y la amenaza de la quita del plan, la velocidad del escrutinio final que no dejaría lugar a especulaciones y una incontable cantidad de situaciones que no se repetirían.
Luego imaginé lo que sería negativo.
Por último imaginé por qué no se realiza esta verdadera revolución. Entonces me vinieron a la cabeza las mismas cosas que había encontrado como positivas, se acabaría la violencia en las elecciones (para los más inocentes que aún creen que la violencia no está provocado por intereses particulares), se acabaría con las especulaciones del horario de apertura de las urnas, la desaparición sistemática de las boletas precisamente de candidatos opositores, los fiscales, per sei, no tendrían razón de ser, con lo cuál se acabaría un importante negocio y el manejo impune de los votantes y las voluntades, los ex votantes (muertos) no votarían, la velocidad del escrutinio sería tan rápida que no daría lugar a especulaciones, inclusive los resultados se podrían ir siguiendo on-line.
Como conclusión, obtuve que la imposición del voto electrónico en detrimento del voto tradicional eliminaría un montón de oscuros negocios que se esconden detrás de prácticas casi diría que aceptadas intrínsecamente por la sociedad como casi cómplices, todos sabemos que ocurre pero a veces por falta de herramientas o por conveniencia, no se hace nada. Los fiscales partidarios perciben una suma de dinero por realizar su trabajo, el fiscal general, percibe una suma mayor, a cada votante, por lo general a los sectores de más bajos recursos de la sociedad le entregan una ínfima suma por resignar su dignidad y entregarle el poder por cuatro años al mejor postor, que lamentablemente no es el que mejor gobernará.
Creo que estos problemas nos ocurren por la madurez de la sociedad, no podemos crecer como sociedad mientras aún permitamos que ocurran todas estas irregularidades, no podremos, pues, quejarnos cuando los que nos gobiernen sean los menos capaces.
Por esto es que la sociedad debe tomar conciencia de la importancia de la educación de cada uno de los integrantes. Sin educación no es posible el progreso, no se progresa como sociedad si parte de ella continúa relegada, no sólo en la pobreza sino en la educación. Esto es lo que la dirigencia política actual no quiere no desea cambiar.
Cada uno de nosotros, dentro de nuestras posibilidades tenemos el deber como integrantes de la sociedad de participar en la educación de aquellos a quienes les fue negada. Debemos tomar conciencia que no somos nosotros solos los que vivimos en este pueblo, en esta ciudad, en esta provincia, en este país. Si el de al lado no lo hace tenemos doble deber, primero el deber de educar y segundo el deber de participar e intentar hacer partícipes a todos, no sólo los que tienen más, sobre todos a los que menos tienen.
Por eso, si estamos cansados de lo que pasa en nuestra sociedad, debemos ayudar, colaborar, participar y trabajar para una sociedad educada, en todos los sectores, si todos colaboramos, podemos hacer una sociedad más justa, mejor educada y con ello mucho más segura. Una vez conseguido esto, podremos disponer de una elección sin fraudes, sin violencia y que realmente sea una elección y no una imposición. Yo voto por el voto electrónico (valga la redundancia).
Luego de hacer un crudo análisis, ver interminables filas de personas que querían emitir su voto, conocer un sinnúmero de fiscales (en su mayoría del partido oficialista), de escuchar a muchos hablar de fraudes y de votos pagos/no pagos, la increíble cantidad de micros y/o combis, identificadas con los colores de algún partido político (huelga decir que nuevamente la mayoría corría por parte del mismo partido), y de incontables situaciones más, intenté simplemente imaginar cómo sería posible la incorporación del voto electrónico en nuestro país.
Imaginé como positivo, como en algunos países hermanos de Latinoamérica, un día de elecciones casi perfecto, sin violencia (ni entre particulares, ni entre policías, ni entre fiscales partidarios de distintos partidos, ni entre fiscales partidarios del mismo partido), con un ejercicio eficiente de apertura de urnas electrónicas, con grandes ventajas para los presidentes de mesa que no tendrían que lidiar con los fiscales, con las denuncias de fraude, de falta de boletas, de ex votantes (muertos) que no votarían, se acabaría pues la interminable procesión de personas que son arrastradas a votar por diez pesos y la amenaza de la quita del plan, la velocidad del escrutinio final que no dejaría lugar a especulaciones y una incontable cantidad de situaciones que no se repetirían.
Luego imaginé lo que sería negativo.
Por último imaginé por qué no se realiza esta verdadera revolución. Entonces me vinieron a la cabeza las mismas cosas que había encontrado como positivas, se acabaría la violencia en las elecciones (para los más inocentes que aún creen que la violencia no está provocado por intereses particulares), se acabaría con las especulaciones del horario de apertura de las urnas, la desaparición sistemática de las boletas precisamente de candidatos opositores, los fiscales, per sei, no tendrían razón de ser, con lo cuál se acabaría un importante negocio y el manejo impune de los votantes y las voluntades, los ex votantes (muertos) no votarían, la velocidad del escrutinio sería tan rápida que no daría lugar a especulaciones, inclusive los resultados se podrían ir siguiendo on-line.
Como conclusión, obtuve que la imposición del voto electrónico en detrimento del voto tradicional eliminaría un montón de oscuros negocios que se esconden detrás de prácticas casi diría que aceptadas intrínsecamente por la sociedad como casi cómplices, todos sabemos que ocurre pero a veces por falta de herramientas o por conveniencia, no se hace nada. Los fiscales partidarios perciben una suma de dinero por realizar su trabajo, el fiscal general, percibe una suma mayor, a cada votante, por lo general a los sectores de más bajos recursos de la sociedad le entregan una ínfima suma por resignar su dignidad y entregarle el poder por cuatro años al mejor postor, que lamentablemente no es el que mejor gobernará.
Creo que estos problemas nos ocurren por la madurez de la sociedad, no podemos crecer como sociedad mientras aún permitamos que ocurran todas estas irregularidades, no podremos, pues, quejarnos cuando los que nos gobiernen sean los menos capaces.
Por esto es que la sociedad debe tomar conciencia de la importancia de la educación de cada uno de los integrantes. Sin educación no es posible el progreso, no se progresa como sociedad si parte de ella continúa relegada, no sólo en la pobreza sino en la educación. Esto es lo que la dirigencia política actual no quiere no desea cambiar.
Cada uno de nosotros, dentro de nuestras posibilidades tenemos el deber como integrantes de la sociedad de participar en la educación de aquellos a quienes les fue negada. Debemos tomar conciencia que no somos nosotros solos los que vivimos en este pueblo, en esta ciudad, en esta provincia, en este país. Si el de al lado no lo hace tenemos doble deber, primero el deber de educar y segundo el deber de participar e intentar hacer partícipes a todos, no sólo los que tienen más, sobre todos a los que menos tienen.
Por eso, si estamos cansados de lo que pasa en nuestra sociedad, debemos ayudar, colaborar, participar y trabajar para una sociedad educada, en todos los sectores, si todos colaboramos, podemos hacer una sociedad más justa, mejor educada y con ello mucho más segura. Una vez conseguido esto, podremos disponer de una elección sin fraudes, sin violencia y que realmente sea una elección y no una imposición. Yo voto por el voto electrónico (valga la redundancia).
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